Te presentamos a... MARÍA
María era un joven sencilla, desposada con José, cuando Dios envió al ángel Gabriel a decirle que la había elegido para ser madre del Mesías, por obra del Espíritu Santo. María pregunta y dialoga con él y, sin comprender el misterio ante ella, responde con una fe libre y comprometida: "Aquí está la esclava del Señor, que me suceda como tú dices" (Lc 1 38). Desde ese momento María es Madre de Dios, hija predilecta del Padre y esposa del Espíritu Santo.
María pertenecía al grupo de los anawim o resto de Israel, quienes esperaban finalmente al Mesías prometido. Fue una mujer de oración, con gran confianza en Dios y sus planes de salvación. Aparece en la boda en Caná, al iniciar Jesús su ministerio, y es modelo de discípula que vive los criterios del reino. Se asoció al sacrificio salvador de Jesús, recibió como hijos/as a todas las personas redimidas por él y aceptó con esperanza la muerte de Jesús en la cruz.
Nos enseñó que el amor es donación completa, tierno y fuerte, silencioso y elocuente. Nos lleva a Jesús, el salvador único, y nos cuida con amor desde el cielo, por lo que la invocamos como madre y mediadora.
Los católicos la amamos con devoción a lo largo del año: nos alegramos por haber sido libre de pecado original, en la fiesta de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre), y por ser la Madre de Dios (1 de enero); alabamos su virginidad al concebir a Jesús, en la fiesta de la Anunciación del Señor (25 de marzo), y celebramos que fue llevada en cuerpo y alma al cielo, en la fiesta de su Asunción, lo que refuerza nuestra esperanza en la vida eterna (15 de agosto).
Lc 1 26-38
Fuente: Biblia Católica para Jóvenes
Ed. Verbo Divino
Instituto Fe y Vida
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